Crónica del partido: Getafe muchos, Sluts casi na.
----- AQUÍ DEBEN IR FOTOS. A VER SI ME LAS PASAN, QUE NO SE PUEDE ESTAR EN MISA Y REPICANDO --------
Los lectores y lectoras de pasamelon ya conocen el tono festivo y jocoso de mis crónicas y en tal clave entienden el encabezamiento: muchos a pocos.
Perdimos. Vaya con Dios .Nos ganaron. Vaya. Volveremos a intentarlo. Y a lo mejor volvemos a perder. Perderemos mejor. Fracasaremos mejor hasta que aprendamos. Y entonces ganaremos.
Recuerden aquel poema de Kipling que tanto le gustaba al Sequerón de Valladolid, y que solía recitar con esa dicción característica de quien deja quieto el labio superior y solo habla con la quijada: la victoria y la derrota son ambas impostoras. Verbigratia:
"If you can meet with Triumph and Disaster And treat those two impostors just the same;"
Y, pues, mire usted, si nos ponemos solemnes, solemnemente bobos, como diría el Ínclito, es porque la ética del rugbista exige felicitar al adversario y reconocer sin ambages el mérito del prójimo.
No quejarse ni rezar en arameo. Abrazar al rival que te revolcó por los suelos y felicitarle, por ese ensayo en el cerrado; por ese placaje entre la cincuenta y la diez. That's not soccer, my friends.
Felicidades a Getafe. Y en especial a su equipo de demolición, encabezado por Hammerin' Harry Marmota, el Taladro de Caracas.
La bisagra y los centros de Getafe ganaron ayer por lo civil o por lo criminal todos los litigios que se produjeron desde su 22 a nuestro in goal. Casi todo nos lo colaron superando la cortina por el segmento que hay entre el diez y el trece y transmitiendo el melón a las alas cuando los Sluts intentábamos contener la hemorragia.
Y en parte la culpa es mía porque yo estaba ahí justo, de segundo centro y lo puedo atestiguar. Balones a Marmota y, ya saben: polvo sudor y hierro
El delantero geta, un hombre apuesto y fornido de piel canela, orgullo del barrio del Polvorín, terror de las nenas y de la tres cuartos rival nos hizo la trece catorce unos cienes y cienes de veces. Solo logré llevarlo una vez al suelo. Pero fue con cariño, eh, Marmota? ;) Sé suave con la venganza, amigo, que las dentaduras ya no están duras pa estas huesuras.
Nos dieron duro y a la encía, sí, Sluts. Se colaron hasta la cocina. Recordemos para la próxima el catecismo del rugby: cortina, línea, contar atacantes y defender cada uno a su par. El 14 con el 14 y así hasta el 1. Matchear. Cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo. Bailando así se siente de lo lindo, no? Pues qué se yo.
Lo cual no obsta para decir que placamos bien. Metimos el hombro. Nos jugamos los piños. Supimos dar batalla. No tenemos nada que reprocharnos, excepto que actuamos como típicos españolitos: haciendo la guerra por nuestra cuenta, pero hay cosas a rescatar: la capitanía de Santi y su estilo de parar y templar; Fede jugando de nueve. El Sabio de Neuquén que lo hace todo bien. Los esfuerzos de Camilo por ordenar la defensa y poner torniquetes a los dientes de sierra que íbamos creando en persecución de la almendra; Jimmy con su buena colocación y su bravura. Y, perdonad por echarme flores, un servidor que puso placajes y se dio el gusto de ajusticiar a un pobre getafense (que me estará leyendo, perdón) con su lance favorito: la zancadilla francesa.
Ay la francesinha! Cómo la adoro. Te pasa por encima una pértiga de tío y cree que se va, pero no. Cuando se marcha campante lo trincas por el tobillo y zas. Panza abajo como los sapos y a llorar a la lloraera.
Otro casco de romano para la colección de Obélix el Galo. En el rugby, mes amis, hay que ser siempre amable con los romanos.
Por el lado getafense cabe destacar también la garra y el arte de Antúnez, comandando sus huestes como un Napoleón enrrabietado. Allez, allez.
Y el Tate, arremeneando cebollas y dando cebollazos. Y aquel ala guapito y buen mozo de poquito pelo, cuyo nombre no me ha sido dado, que me dio un requiebro flamenco y me dejó en el suelo provocando que me hiciera daño yo solito por tirón en el gemelo izquierdo, y que como un gentleman del rugby, a la vuelta de su cabalgada se detuvo junto a mí e hizo lo posible por mi pobre pierna mientras yo me daba al cante jondo, por soleares, por seguiriyas y por fandangos.
Soy muy escandaloso, lo sé, lo siento. Soy una maricona mala, lo reconozco (*) . Menos mal que llegó Marmota para sacarme del campo al arrastre, haciéndome sentir como el toro muerto arrastrado por el tiro de mulillas. Y menos mal que junto a la línea de touch estaba Lucía, esa chavalita de las fotos que hizo de ATS y de fisio, y soportó mis alaridos.
No dio tiempo a mucho más. Abrazos, agradecimientos, bautizos de rugby con cerveza, pasillo, aplausos, gracias, gracias. Gracias Getafe por invitarnos. Gracias Sluts por mantener el rock en el mundo libre.
Y como dice Sabina:
"Y después, para qué dar detalles?
Ya sabéis: copas, risas, excesos.
Cómo van a caber tantos besos en una canción?"
No quiero terminar sin citar a más gente que merece un cantar de gesta. A Paco Naranjo, que como es un hombre serio que sabe lo que se dice y lo que se hace, no se le oye una voz más alta que otra, pero ahí está el tío, que es la mano invisible que cuida de cada detalle. Incluído repartirnos por Madrid en su pedazo de coche a los jipis piojosos que no tenemos carro ni na. Al Caba, otro sabio del rugby con quien pasé una noche deliciosa. Yo si fuera mujer le hubiera hecho un trabajito fino. Al Plaza, consejero aúlico en mi ala izquierda. Un senador romano y zamorano. Un señor que aguantó estoicamente la colleja que le acabé dando en un lance ridículo que no pasara a los anales (*). Y a todos los que me dejo en el tintero, y a Estela por atreverse a ser. Queremos más mujeres en el rugby, que demasiada testosterona provoca malestar general y olor a gorrino sin capar. Viva el rugby, señorías. No hay más que añadir, salvo alguna cosita. Fin de la cita.
(*) Un saludo y un respeto a todos los gays y lesbianas. No me malinterpretéis. Misma gente y misma lucha. Respeto.
(*) Digamos que iba muy bien el Señor Plaza, y buscaba el placaje bajo conteniendo al rival, que mostraba el melón de forma tentadora. Yo iba justo detrás y vi esa almendrica sabrosa y a por ella que fui, pero Plaza no terminó de caer al suelo e interpuso su colleja entre el balón en manos del contrario y mis manos implorantes del oval. Así que en vez del melón de juego, terminé agarrando a Plaza con sota doble. Feo de contar, gracioso de ver y lamentable como lance defensivo. Al suelo los dos y a la lloraera. Así se perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
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